Embarazo y lactancia

Los primeros 1000 días de vida, incluido el período intrauterino, se consideran un trampolín fundamental para el desarrollo de un ser humano. 

De manera inequívoca, la nutrición de la embarazada y/o lactante durante este período juega un papel clave en el correcto desarrollo de un niño, tanto de manera directa, a través de la ingesta de nutrientes esenciales, como indirecta, al afectar a la composición de la microbiota intestinal.

En consulta, el primer paso consiste en realizar una anamnesis exhaustiva. En ella se incluyen no sólo aspectos claves sobre nutrición sino también un análisis del paciente en su conjunto, lo que aporta un enfoque integrativo. Se analizan y estudian los antecedentes personales, el estilo de vida, los tratamientos farmacológicos y suplementos, signos irritativos, la función osteoarticular, la función cutánea, la función digestiva, la función inmunitaria y la función hepática. También se realiza una valoración antropométrica y un registro de la historia dietética. Además, se solicita una analítica de sangre y pruebas médicas relevantes de los últimos seis meses, con el objetivo de obtener una  valoración global de los parámetros bioquímicos y clínicos. 

A continuación se planifica un plan nutricional que cubra las necesidades nutricionales de la madre y del bebé, asegurando la reserva energética en forma de grasa para la lactancia.

Objetivos propuestos en el plan nutricional durante el embarazo:

• Asegurar una subida de peso gradual.
• Mejorar la microbiota intestinal, tan necesaria para optimizar la función del sistema inmune, de manera que en el momento del parto estos microorganismos sean transmitidos al bebé de forma adecuada.
• Preparar el organismo para el parto.
• Vigilar la diabetes gestacional y, si se diese el caso, lograr la normoglucemia con la elección de alimentos de bajo índice glucémico y su adecuada combinación para evitar picos de azúcar.
• Satisfacer las exigencias nutricionales del bebé y contribuir a su bienestar, proporcionando los aminoácidos adecuados para cubrir el desarrollo del feto y la placenta.
• Promover el desarrollo de un sistema inmunitario fetal adecuado. Corregir las deficiencias de hierro frecuentes a partir de la mitad del embarazo. Realizar un seguimiento y un control de la tensión arterial (debido al riesgo de preeclamsia).
• Prevenir la toxoplasmosis y la listeriosis, y enseñar qué alimentos, complementos herbales e infusiones debemos evitar por ser nocivos para el bebé.
• Evitar toxiinfecciones alimentarias, a través de recomendaciones de cocinado y de seguridad alimentaria.
• Enseñar estrategias nutricionales para prevenir complicaciones como la diabetes gestacional, preeclampsia, estreñimiento, náuseas, pirosis, aversión a ciertos alimentos, insomnio, cansancio y/o apatía.
• Proporcionar herramientas prácticas para la planificación diaria del menú, de modo que la propia paciente pueda autogestionar y alimentarse adecuadamente por sí misma sin seguir estrictamente un plan dietético cerrado y fijo.

Objetivos propuestos en el plan nutricional para la lactancia:

• Suministrar un aporte energético adecuado para mantenimiento eficiente de lactancia materna.
• Promover la pérdida gradual de peso postparto sin realizar una dieta estricta ni hipocalórica.
• Disminuir los riesgos por consumo de alcohol, estimulantes y fármacos.
• Evitar uso excesivo de cafeína, té, bebidas de cola, chocolate (teobromina) y alimentos ultraprocesados.
• Mejorar la microbiota intestinal de la madre para que la leche sea de calidad y el lactante pueda gozar de una buena salud digestiva, lo que condicionará su metabolismo y su salud el resto de su vida.
• Realizar una educación nutricional, aportando herramientas para que la adherencia a una alimentación saludable pueda permanecer en el tiempo, tanto para la madre como para la nutrición infantil del bebé.
• Controlar periódicamente el peso de la madre lactante.
• Ajustar las calorías de la dieta en función de las fluctuaciones del peso.
• Realizar ajustes en parámetros de la analítica de sangre.